Puede que los amantes de Teruel fueran tontos, pero tú no tienes ni un pelo si decides viajar a esta ciudad aragonesa; una ciudad rebosante de historia y de rincones muy especiales, tranquila y sosegada, amable y deliciosa.
Cosas que hacer en Teruel
Teruel es conocida por la exquisitez de su catedral de estilo mudéjar, que fue declarada patrimonio mundial por la Unesco y que luce una combinación de azulejos verdes y ladrillos rojos muy peculiar. Después de esta visita, debes presentar tus respetos a los desdichados amantes de Teruel, que llevan desde el siglo XIII estrechando sus manos en el mausoleo que se construyó para celebrar su amor eterno.
El epicentro de la ciudad es la plaza del Torico, llamada así por la pequeña escultura de un toro que corona una columna en su centro, y que es un símbolo muy querido de la ciudad. En esta plaza y en la vecina de San Juan encontrarás terrazas y bares donde sentarte a descansar y probar el delicioso jamón de Teruel e incluso un “regañao”, producto típico de la ciudad con jamón o sardina.
Pasando de estos animales más bien prosaicos a una fauna más colosal, en Teruel también se encuentra Dinópolis, que además cuenta con un museo paleontológico impresionante. Los amantes de los dinosaurios se volverán locos en este parque temático dedicado a los grandes reptiles que poblaron las tierras turolenses hace millones de años.
Cómo moverse por Teruel
Teruel es una ciudad recogida que puede explorarse a pie, pero también tiene su red de autobuses urbanos para salvar cómodamente distancias más largas. La provincia de Teruel cuenta con pueblos absolutamente mágicos y encantadores, como Albarracín o Rubielos de Mora, así que alquilar un coche y aventurarte por la provincia no es mala idea.